es el gasto público y no el ingreso la variable dominante en la determinación y evolución de los desequilibrios presupuestariosComo nos encontramos en fechas pre-electorales, los presupuestos del ayuntamiento para 2011 va a ser el terreno donde se dirima la gran batalla estratégica. El Pleno municipal de la pasada semana sobre la aprobación de tasas para el próximo año, tan esperado como fallido, fué el trueno de inicio de los grandes debates que se avecinan. Digo fallido porque lo que menos se esperaba era el voto en blanco de la oposición socialista y nacionalista. O sea si estos partidos gobiernan volverán a aplicar la subida de tasas sin límite como remedio a la escasez de recursos, en lugar de reducir el gasto público.
Con un alto porcentage de quiebra en familias y empresas, no entiendo qué incremento de ingresos esperan recaudar, cuando es fácil suponer que puede crecer el número de impagados y morosos con el consiguiente riesgo de pérdida patrimonial de las personas. En estas condiciones, me parecen injustas las medidas de subir tasas e impuestos.
Es como si nadie hubiese estudiado este tema con anterioridad, como si se tratara de un asunto absolutamente novedoso a quien nadie antes le hubiese dedicado el más mínimo esfuerzo. Sin embargo, es el gasto público y no el ingreso la variable dominante en la determinación y evolución de los desequilibrios presupuestarios. Y hasta ahora nadie ha hecho lo suficiente para eliminar gasto improductivo e innecesario.
Sería bueno que los políticos de nuestro ayuntamiento estudiaran el manual para someter al adversario a un debate instructivo y necesario y despertar tantas mentes adormecidas que aún esperan de las instituciones del estado el Bálsamo de Fierrabrás como remedio definitivo a nuestras penurias.
Pero me temo que ni el Bloc ni el PSOE, adscritos a criterios de incremento de la deuda a base de subir tasas e impuestos, van a ofrecernos el debate que la sociedad ontinyentina necesita. En frente, un PP débil en blandir argumentos, adormecido en la cómoda mayoría y sumido en la falsedad de su punto de vista sobre la realidad económica, nos hunde día trás día en la ciénaga pantanosa del mañana ya imposible.