Nunca nuestros ayuntamientos colaboraron en mejorar el desarrollo económico, nunca participaron en algún proyecto promotor, nunca incentivaron iniciativas. Al contrario, obstaculizaron con normas, tasas e impuestos los bienes obtenidos con el trabajo de comerciantes, empresarios y trabajadores.El verano se instala en nuestra ciudad. El sol calienta el asfalto durante la pesada tarde mientras sombrillas como hongos elevan las frescas brisas sobre la piel sudorosa de transeuntes.
La calma de los ocupados convive con la desesperación de los sin trabajo. Y en la solaz televisión oimos que se produce un desplazamiento del turismo hacia las playas. Algunos pasan por la puerta de mi casa, pero ya no se detienen. ¿Hubo turismo alguna vez en mi pueblo? Pou Clar, Moros i Cristians, el Campanar de la Vila, Bou de la Purísima ... Con qué ilusión vivimos mirándonos el ombligo, pensando que Ontinyent, con equipo militante en la 2ª División de antes, era el silicon valey, pero en textil. Lo cierto es que la industria textil provocó el gran crecimiento económico durante más de treinta años. En ella trabajaron autóctonos, forasteros de los alrededores y mucha inmigración nacional. E hizo que se desarrollara el sector de la construcción y los servicios. Pero el turismo, ni por esas ...Pero nos lo creimos porque entraba dinero en casa que nos daba para ahorrar después de atender la necesidad.
Nadie programó aquél desarrollo, ni Franco ni la democracia pusieron el mínimo interés en movilizar recursos para generar la actividad que sólamente los particulares, emprendedores, empresarios y autónomos lograron en aquellas ricas comarcas centrales. Ni siquiera las ayudas en forma de subvenciones supuso un incentivo movilizador de capitales e iniciativas empresariales, pues llegaban sobre todo para minimizar las sucesivas crisis que, desde 1973, crisis del petróleo, se hicieron crónicas.
Los ayuntamientos que nos gobernaban miraban el crecimiento de nuestra economía como una buena oportunidad para castigar bolsillos con tasas e impuestos cada vez más feroces. Y en ellos basaron el crecimiento presupuestario que colmaron de ineficiente burocracia. Nunca nuestros ayuntamientos colaboraron en mejorar el desarrollo económico, nunca participaron en algún proyecto promotor, nunca incentivaron iniciativas. Al contrario, obstaculizaron con normas, tasas e impuestos los bienes obtenidos con el trabajo de comerciantes, empresarios y trabajadores.
Hace unos años, los políticos del ayuntamiento, acaudillando el engaño con vocablos malabares, abrieron las compuertas de la esperanza de miles de ontinyentins con el "conjunto vocal" Promoción Económica. La dotaron de partida presupuestaria, personal y pisito, mejor dicho, pisazo. Instituyeron premios para emprendedores y hacerse la foto. No conozco la repercusión de los premios en el aumento del PIB del pueblo, pero sí que sabemos que la parte presupuestaria del apartado "promoción económica" produce déficit, aumenta la deuda del ayuntamiento y nos empobrece un poquito más.
Acabo. ¿Saben Vds que una de las tres o cuatro patas donde sustenta su poder el nuevo alcalde y su compromís para los próximos años es la Promoción Económica? Si nadie lo remedia, en poco tiempo nos espera déficit presupuestario, mayor deuda pública y, cómo no, seremos más pobres.
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