President Camps ha hecho lo que debió hacer tiempo atrás. El Partido Popular tiene un obstáculo descontado en su carrera hacia las generales. Es importante para la salud democrática de España y para la esperanza en un futuro reparador de entuertos económicos que nos ha conducido una mala política socialista, tanto en el despilfarrador gasto público, como en la ausencia de coraje para invertir el sentido del contrato laboral buscando soluciones relacionadas con la productividad y la libertad.
Personalmente yo creo en la persona, en el individuo que es capaz de redimir un acto sacrificando su presente e incluso su futuro. Creo que Camps deja el campo libre de sospecha y acusación a su partido en la búsqueda del triunfo electoral que, por otra parte, se ha convertido en la esperanza de una gran mayoría de españoles: el deseado cambio. Enhorabuena Camps y muchas gracias.
Y de la otra, Camps ha elegido su sacrificio para demostrar a un frustrado electorado y a todos los valencianos, que no es culpable, atendiendo al principio de que nadie busca el mal para los demás por el beneficio propio. Aceptado el castigo político con su autoinmolación, espera a la justicia que resuelva, como cualquier ciudadano, la sentencia. Toda vez que se ha colocado a la misma altura que cualquier otro ciudadano, siendo como somos todos iguales ante la ley, Francisco Camps merece mi respeto.
El pasado ya se fué (muerto el Rey, viva el Rey), el presente es siempre incertidumbre y el futuro hay que trabajarlo. Ese es mi lema. Inmerso en su profundidad sigo buscando la felicidad. Si soy feliz, otros también lo serán, seguro.
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