La pérdida de confianza del plenario ontinyentí sobre la figura de su representante ante la Mancomunidad, Filiberto Tortosa, está dando que hablar más de lo previsible, dentro y fuera del PP.
Tortosa demostró su carácter duro y austero como portavoz de su partido los 4 años de gobierno conservador, presentando batalla dialéctica allá donde el rival blandía la espada. Nunca me pareció que se amilanara ante una insinuación, ataque o desplante, al contrario las acometidas de sus contrincantes le servían de revulsivo para montar nuevas estrategias. En esta ocasión, con motivo de la desconfianza plenaria, me ha parecido disimular ante la adversidad, reconocer su derrota y retirarse para agrupar sus tropas y otear el horizonte adverso, dispuesto a presentar batalla cuando se encuentre en posición adecuada.
Y pues sus tropas son escasas para acometer pronta batalla, pienso que va a llevar a cabo un tránsito del desierto en solitario arropado únicamente por sus escasas ideas políticas y sufrir la catarsis necesaria antes del nuevo y necesario reagrupamiento.
Rotundamente Filiberto se equivocará si no encuentra nuevos compañeros independientes y medianamente formados en esgrimir desde principios políticos los argumentos políticos del oponente.
Mal que les pese a sus seguidores, Tortosa no ha sabido gestionar con criterios de mercado el servicio prestado por la empresa pública de recogida de basuras y ha caído en los errores que cometen todas las empresas cuyo mantenimiento y gestión dependen de las subvenciones públicas. Como la subvención llega mermada, ahora somos los usuarios del servicio los que tenemos que pagar la mala gestión pública. En esto, la política económica de la Mancomunidad bajo la batuta de Tortosa no se diferencia de la de los socialistas en el ayuntamiento de Ontinyent respecto a las tasas de recogida de basuras: ambos dos han hecho lo más fácil, cual es repartir las pérdidas entre los contribuyentes o, como se dice ahora, socializar las pérdidas.
Si Filiberto Totosa quiere ganarse a futuros electores debe marcar diferencias con el socialismo en aquéllo que nos afecta a todos, la economía, presentando batalla a las prácticas intervencionistas de los gobiernos y ofreciendo al individuo ejercitar su libertad sin barreras ni impedimentos contra la promoción de riqueza.
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