El gobierno Zapatero (2004-2011) fué apartado por el pueblo ante la pésima gestión de la crisis económica, por estar gobernando cuando se inició, por negarla tres veces cién y por alejarse de las soluciones que los desmadres ocasionan. Dió la mayoría absoluta al PP, hizo crecer IU y rebajó su cuota de poder en autonomías y en escaños en el Parlamento y el Senado. Lindezas de descomunal tamaño, como "foribundos ataques de los mercados contra nuestra soberanía", o "estamos gobernados por el capitalismo voraz", tapaban la auténtica realidad que sus autores, políticos y burócratas desvergonzados, habían producido despilfarrando nuestro dinero y endeudándo al Estado en más de 600.000 millones de euros.
Entonces la democracia apostó por el PP y Mariano Rajoy porque las recetas que desde la oposición nos daba eran creibles y podían dar solución al disparate económico. En eso se puso a gobernar. Todos los viernes esperábamos ansiosos los acuerdos del Consejo de Ministros que la Vicepresidenta Soraya Saenz de Santamaría anunciaba, secundada por el ministro responsable.
La primera medida económica fué subir los impuestos IRPF y de sociedades. En ese preciso momento, a quince días de haber tomado posesión el nuevo gobierno, se hundió todo el edificio de la esperanza depositada. Porque todos los acuerdos a continuación -reforma laboral y financiera- se mostraron insuficientes para alcanzar los objetivos que anhelábamos: crear empleo, detener el paro y dar fluidez al dinero para el crédito.
Ahogados en la ciénaga del gasto público y de la deuda y con el déficit por cuenta corriente imposible de encauzar, este gobierno se ha olvidado de las personas como únicos protagonistas de crear riqueza, nos ha castigado con dureza subiendo impuestos y ha decepcionado a tantos votantes que ya las encuestas muestran la mayor caida en intención de voto registrada en democracia a 5 meses de ser votado. No se si sabe, pero hasta hoy no ha querido decidir el modo de atajar esta desdicha. Me mantengo en mis trece desde que se inició la crisis en tres medidas absolutamente imprescindibles:
1 .- Bajar los impuestos.
2 .- Reducir el gasto público, eliminando empresas públicas (casi todas ellas deficitarias) y estableciendo un modelo federal de gobierno.
3 .- Eliminar el tramado de normas administrativas que dificultan la labor a empresarios y emprendedores para la constante creación de riqueza.
Cierto es que Zapatero alejó al estado español de estos principios (ayer lo reconoció en una entrevista a Al-Jazeera), pero Rajoy continúa por la senda del socialismo intervencionista y liberticida. Así las cosas, el futuro económico de los españoles es malo, pésimo, de incierto futuro, de empobrecimiento, de hambre. Los acuerdos entre PP y PSOE no sirven, no engrandecen el esfuerzo, porque ambos están por la labor de continuar políticas económicas basadas en secuestrar la libertad del creador de riqueza.
La salida está en liberalizar todos los sectores de la economía y en renunciar a los privilegios políticos, en reducir el mastodóntico tamaño del Estado y dejar a ciudadanos y vecinos que tomen el verdadero protagonismo del crecimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario