jueves, 11 de octubre de 2012
El siseo nacionalista de Rodríguez de Ontinyent
El alcalde Rodríguez de Ontinyent se apresta en el almenar de la torre de avistamiento, ajusta sus pupilas al estrecho entreabrir de sus párpados para otear un horizonte miope y alzando el puño asiendo la cruceta hace latir a los farfallones de su amenazante defensa: no nos moverán, que es lo mismo que insinuar "Ontinyent no admitirá ningún recorte injusto". Y confunde su ego con el rancio abolengo del nacionalismo más populista ("o yo o la nada") de Franco, Perón, Mussolini, y ahora Más (Artur).
Se aprovecha Rodríguez de su cargo y del día 9 de Octubre para culpabilizar a otros de los males que le afligen a él, que no a la mayoría de ontinyentins, referidos a la pobreza más absoluta que nos dejó su exsecretario general ZP como presidente del gobierno. De aquél gobierno surgió el despilfarro más grande jamás conocido basado en unos presupuestos falseados en ingresos crecientes y boyantes antes del estallido de las famosas burbujas, la inmobiliaria primero y la financiera después.
A base de repetir una y otra vez las mismas mentiras pretende convencernos que él es poseedor de la verdad y que el pueblo le sigue hasta llevarnos a las arenas movedizas de la demagogia política para interés propio y de su partido.
Vuelve a insistir en que la promoción económica que su departamento desarrolla es el origen de una nueva estructura desde la cual surgirá un Ontinyent próspero y repite una y otra vez que si están en el poder es para sacarnos del pozo que otros nos han abandonado. (Parece Rajoy cuando repite que su labor política es hacer que el FMI se equivoque en sus predicciones negativas para España. Dos iluminati, dos, para tedio de los españoles).
Jorge Rodríguez de Ontinyent se cree que él es su pueblo, que nos llevará a la salvación con sólo tocar la flauta del 9 de Octubre. Lo cierto es que nada sabemos de lo que gasta en su proyecto de promoción, pagado con nuestros impuestos, ni de los resultados obtenidos con tan inútil gasto. Muchos le creen y siguen esperando la llegada del subsidio convencidos del milagro que multiplicará los panes y peces. Pero muchos más estamos convencidos que del pozo se sale de uno en uno con los aparejos que disponemos y ayudándonos para superar escollos complicados, y los políticos son el pricipal problema.
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