miércoles, 17 de abril de 2013

Lección de economía: Jorge Rodríguez y el superávit


Cuando hablan los funcionarios electos dirigiéndose a los electores lo hacen desde imaginarias y elevadas tribunas desde donde nos quieren recordar que ellos están allí porque son los que abrirán los caminos para que nosotros no tengamos dificultades para avanzar. Si habla uno del partido conservador lo hace desde el autoritarismo que le infunde el poder conquistado. Si quién nos habla es el progre de izquierda, entonces nos dice que sus pensamientos y haceres son los apropiados para el momento actual y las críticas persiguen socavar el poder democrático que las urnas le han dado. El elector se encuentra, en ambos casos, empotrado entre dos paredes pesadas sin posibilidad de movimiento, anclado y sin posibilidad de ser escuchado, cual pasivo espectador de una sala multicines.

Dice el alcalde Rodríguez d'Ontinyent que "el superavit del ayuntamiento irá a las personas y no a los bancos", en la "boutade" más monumental en lo que llevamos de año dicha por un político en mi pueblo y quizás en la Vall d'Albaida. Porque, vamos a ver, del dinero que llega a las arcas municipales, una parte va a pagar los compromisos adquiridos por contrato (salarios, hacienda, seguridad social y bancos), otra se gasta en mantenimiento y una tercera puede ir a inversiones. En todos los casos quienes reciben el dinero son personas y empresas que están compuestas por personas. 

Como la deuda del ayuntamiento es crónica desde que se instauró la democracia allá por 1980, la disponibilidad económica de los ayuntamientos se ha desviado hacia pagos hechos a colectivos afines y/o no productivos, entregas a personas y sociedades para pagar los servicios prestados al partido y, en general, gastos y pagos para proyectos que poco tenían que ver con la mejora de estructuras para beneficio de todos.

Por todo esto, el ayuntamiento cuenta con menos liquidez para dar satisfacción a las pretensiones a corto plazo que son las que más rédito político ofrecen. 

Un ayuntamiento endeudado no tiene superávit. Éste llega del ahorro por la vía de la disminución del gasto para pagar sus compromisos, entre los que se encuentran los bancos. El dinero que sobra, una vez pagadas las deudas, es el que nos debe llegar a los vecinos del pueblo via mantenimiento de estructuras o inversiones. Las donaciones que se han venido gastando son, en general perniciosas para el conjunto de ontinyentins, aunque unos cuantos sean los beneficiarios. Son estas donaciones las más aparatosas porque se acompañan de declaraciones grandilocuentes, para que el pueblo sepa que el político está haciendo cosas por su pueblo, como las realizadas por el alcalde Rodríguez.

En fín, palabras dichas con la pretensión  de ser ingeniosas pero se quedan en una gran mascarada.

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