jueves, 6 de enero de 2011

Ley antitabaco


No se necesitan leyes allá donde no existe conflicto entre personas. Nuestra vida en sociedad consiste precisamente en saber organizar nuestra relaciones para evitar desaveniencias
"Cumplo a rajatabla la ley antitabaco. En mi establecimiento no se fuma desde el día 2 de Enero. Mis clientes comprenden mi actitud cuando defiendo que hay que acatar la ley. Ellos también la entienden. Pero los veo menos por mi establecimiento. Si se produce caida de ingresos tengo que cerrar en pocos meses. O no acatar la ley".
Este comentario es de mi vecino, el propietario del establecimiento. Su postura es pasiva, de verlas venir con el tiempo y esperar el desarrollo de acontecimientos. Porque la gran mayoría de empresarios han adoptado esta posición, algo así como que la rebeldía de muchos puede hacer que el gobierno derogue la ley. Merece la pena profundizar un poco en el asunto.
El problema es si estamos obligados a obedecer las leyes del estado democrático o si hay que defender el cumplimiento de la legislación vigente independientemente de su contenido.
Como liberal y demócrata, me aferro al cumplimiento de la legislación para poder luchar contra la violencia de las leyes discriminatorias que atentan contra la libertad como principio de no agresión.
Desde la ética liberal es injusto utilizar la fuerza contra el individuo en el uso pacífico que hace de su cuerpo y sus bienes. Pero es justo utilizar la fuerza sólo como respuesta a una agresión.
"Si la ética liberal proscribe el inicio de la fuerza y la legislación estatal entraña el inicio de la fuerza, exigir la estricta aplicación de la ley supone defender el inicio de la fuerza en menoscabo de dicha ética." (A. Esplugas Boter). Es más, si el contenido de la ley es contrario a la libertad, su incumplimiento es legítimo y su aplicación, injusta, es igual que la promulgue un monarca , un dictador o un parlamento democrático.
La legislación antitabaco es un mandato coactivo que busca imponer la voluntad de unos sobre otros, interfiriendo en la esfera individual que las leyes debieran proteger.  No se necesitan leyes allá donde no existe conflicto entre personas. Nuestra vida en sociedad consiste precisamente en saber organizar nuestra relaciones para evitar desaveniencias y en el caso del fumar, existen espacios para la convivencia sin necesidad que la legislación perturbe nuestra coexistencia pacífica.
¿Es víctima una persona por entrar en local de fumadores a sabiendas que se fuma? No, no lo es, puesto que puede elegir otro lugar. Sin embargo, con la ley antitabaco están proliferando víctimas que delatan a infractores que dicha ley ha convertido en delincuentes. Incluso los legalistas más acérrimos se negarían a secundar una ley democrática que obligara a delatar a los fumadores para que se les aplicasen latigazos. Delatar es acusar para ayudar a la justicia, pero en este caso la delación es interesada y odiosa; útil, sí, pero no menos despreciable.

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