Lo que tenía que pasar, pasó. "No hay dinero ni para una caña, Alberto" (Rubalcaba a Ruiz Gallardón en la inauguración de una comisaría). Mucho menos para un hospital o un puente, entre otras promesas una vez más incumplidas por los malos políticos.
Los alcaldes no explican proyectos, sólo hacen promesas. Los concenjales no saben lo que representan ni a quiénes representan, dicen ser de centro, pero no saben distinguir sus ideas de las de sus oponentes sino es porque se sientan enfrente. Nos aseguran que construirán monumentos porque tienen confianza en las siglas del gobierno que siguen, ellos mismos se lo creen y quieren que los que no estamos subyugados por siglas también los creamos. Con la veleidad que mueve la ignorancia contribuyen al desprestigio de su casta, la política. Habría que hurgar en los silencios de la retaguardia de las lista electorales para descubrir una persona discreta, convencida de su trabajo dedicado al ciudadano basado en ideas forjadas en la experiencia y el uso del conocimiento.
Pero no hay nada que hacer. Salvo muy pocas excepciones, los candidatos los nombra el "aparato", los oligarcas, y ya se sabe que a la corte llegan los aduladores, pelotas y correveidiles, muchos de ellos serán imputados o estarán implicados en casos de corrupción urbanística.
Ya ven ustedes, no convencen, sólo prometen. Luego nos engañan y, algunos, se corrompen.
"¡Ser o no ser: he aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas?" W. Shakespeare. Hamlet
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