domingo, 15 de julio de 2012

Rebeca Torró

De tu boca no oí ningún quejido, un ¡ay! perturbador del vuelo que sisea el aire en el escondido rincón del bosque mariolense. Llamas, humo, aviones y agua, mucha agua, tanta como para abastecer las hortalizas de la sequía que nos aborda en plena travesía y aplacar algo de miseria. ¡Cúanto relativismo hay en sentencias y pensamientos que transmiten los políticos disfrazados de buenos! Pero no a tí, Rebeca, entre pinos y sonrisas, de tí no he escuchado sentencia sobre el "cremat", aunque crea adivinar tus sucintos pensamientos. No los revelaría, ante la duda de ser verdaderos.
Y es que, Rebeca, tu formas parte del entramado paisajístico, es más, tienes más responsabilidad que el resto de ontinyentins porque tu respetado Jorge ha delegado ese servicio en tí. Tu eres la llama que brilla en el desierto, luz guiadora de seguidores futiles ansiosos por recibir tu pensar sobre los repetidos incendios. Si tu callas surgen otras voces que se creen representativas y pueden llegar a hurtar tus pensamientos e iniciativas, pero yo no los creo y muchos más tampoco se creen que Compromís pueda decir cosas serias cuando el fuego golpea sobre nuestros sensibles recuerdos.
Rebeca, habla y escribe sobre lo que nos preocupa, lo que es normal y se repite casi todos los dias. Sí, comprendo que te preocupe la opinión de los demás, que incluso llegue a cohibirte, pero que no te martirice porque de la comunicación surge lo esperado, a veces lo contrario, lo inesperado, pero en el compartir está el intercambio, el acuerdo, acopiar conocimiento, comprender, tolerar, y ¿qué es eso sino progresar?
Estoy seguro que si nos hablas, nos cuentas, nos escribes, ninguna mariposa verá perturbado su transcurrir en cualquier ecosistema del planeta.

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