domingo, 20 de junio de 2010

Rebeca en la Memoria

He leido Hasta cuándo, de Rebeca Torró. Ahora lo entiendo mejor.
A diferencia de Rebeca, yo viví la transición, como muchos. Mi edad aún adolescente me permitió comprender el espíritu de conciliación y ausencia de revancha que se vivió para construir una nación basada en la democracia y el estado de derecho. Con ese ánimo se consensuó nuestra Constitución y desde su aprobación por el pueblo en referendum se puso una gran losa sobre el franquismo, que quedó relegado a pequeños grupos nostálgicos tardíos, unos franquistas y otros dedicados a desenterrar cadáveres de la guerra civil agrupados en la asociación Desenterrar la Memoria Histórica. De los primeros se sabe cada vez menos, pero algunos de los fascinados personajes del segundo grupo hoy están en el poder, se han convertido en fascinadores, no porque usen la palabra como medio para covencer, sino porque utilizan el BOE como arma totalitaria.
La ley es universal, es decir, se dirige a todos los ciudadanos. La de la Memoria Histórica apoya a los represaliados sólo por el franquismo, denigrando a aquellos que lo fueron por el Frente Popular. Los gobiernos que actúan parcialmente en favor sólo de una parte de las personas, se identifican con las prácticas fascistas, como filototalitarios y siempre son antidemocráticos.
La historia es materia de investigación basada en los textos y documentos descubiertos, es un producto de archivos y de historiadores.La ley de la Memoria Histórica parece que pretende suplantar el trabajo de investigadores relacionado con lo acaecido en aquella desgraciada contienda, es el émulo del materialismo histórico a lo ZP.
Sabe la izquierda remover cadáveres y utilizarlos como arma arrojadiza para sus fines partidistas. Tal afición siniestra tiene su evidente racionalidad: es efectiva. Los relatos de muertes y torturas siempre conmueven y hacen olvidar a la gente el origen y la realidad de los sucesos. El argumentario de la citada ley tiene su fuente en que durante cuarenta años sólo fueron honrados los muertos de una de las partes, así que la justicia histórica exige que ahora honremos a los de la otra que, además, representaban la libertad y la democracia. Es decir, se trata de una revancha, de una venganza, de un ajuste de cuentas cuyo origen es el odio.
Mientras tanto la derecha mira hacia otro lado o se deja llevar por el sentimentalismo de actores bién dotados por subvenciones y favoritismos. Siguen temiendo ser denigrados de franquistas con acusaciones vácuas vertidas desde la izquierda.
Sentados en platea, unos cuantos observamos el teatro de las vanidades políticas cimentadas en la falta de respeto a una parte de la ciudadanía -el que se tienen entre ellos no me interesa-. Mi vecina en el blogroll, Rebeca Torró, también se sirve de los sentimientos de una gran mayoría para favorecer las siglas de su partido, el PSOE, creyendo que atacando a su contrincante el PP sacará rédito electoral. Lo tiene fácil si los conservadores se comportan como obedientes corderitos de la izquierda. Pero políticas mediáticas basadas en declaraciones y escritos dirigidos a confundir los sentimientos para direccionar el voto, obtienen los apoyos de gente obediente y fiel pero pocos o ninguno de quienes preferimos asertos basados en la ética política.

3 comentarios:

Joaquín dijo...

Señor Mime, me acabo de dar cuenta de que su discurso liberal, que tanto aprecio, tiene sus límites. Se me ha caído un mito liberal. Con este escrito acaba usted de ponerse al lado de la derecha más reaccionaria de Europa, la española. Creo que ha faltado el respeto a Rebeca Torró, a sus familiares y a los difuntos. Me parece que le hace un flaco favor a la democracia y a la transición mezclar cuitas partidistas con la iniciativa de unas familias de recuperar la memoria de sus muertos. Usted acaba utilizando los soniquetes y los estereotipos de la derecha de siempre para atacar a unas familias. No desvíen el debate. Digan si les parece bien o no que unas familias puedan recuperar los cadáveres de sus deudos o reclamar una reparación, aunque sea moral, de la figura de unas personas que no cometieron delitos de sangre y que murieron porque pensaban diferente. Ése es el debate. Todo lo demás, es sectarismo. Y uste debería no caer en ello. Por el bien de sus seguidores, entre quienes me incluyo. Gracias.

Mime dijo...

No comparto, Joaquin, lo que dice porque el principio de su discurso está sesgado por una afirmación falaz: que hiero los sentimientos de personas afectadas. En absoluto hablo de la gente cuyos antepasados padecieron persecución incluso muertes inocentes. La referencia a Rebeca es sólo política en tanto en cuanto que ella es persona pública sometida a crítica política. Por lo demás la respeto como a cualquier persona, no así sus ideas en este campo.
Nuestro bién más preciado es la vida y tenemos derecho a ella. Hemos delegado nuestra seguridad e integridad física al Estado quien debe vigilar que se respete tal derecho. Por eso es el Estado el responsable de la recerca de las personas asesinadas o desaparecidas, sobre todo si son reclamadas por familiares. No hace falta ninguna ley de la memoria histórica para reconocer los derechos de los ciudadanos.
Critico que amigos, familiares o personas adscritas a favoritismos hagan uso de nombres de sus muertos para revivir el enfrentamiento guerra civilista, incitados por una ley absurda.
Agradezco su intervención, Joaquín, aunque no compartamos las mismas ideas.

Joanquín dijo...

Ahí quería llegar, a si unas familias tienen o no derecho a enterrar a sus muertos como lo hicieron las del otro bando. Y estoy de acuerdo con que debería ser el Estado quien, de oficio, estuviera recuperando los cuerpos y dando sepultura a los desaparecidos. Lo paradójico es que no se hiciera esto en 1979. La pregunta es, ¿por qué no se hizo entonces?, ¿por que no se ha hecho desde entonces?, ¿qué clase de judicatura tenemos que no se ha atrevido a iniciar una Causa General para recuperar esos cuerpos? Lo vemos bien y hasta lo hemos jaleado que se hiciera en Alemania, en los Balcanes, en Argentina o en Chile. ¿Y aquí? Ah!, claro, es resucitar el discurso guerracivilista. Y en los otros países fue una fiesta. No te fastidia. Somos unos cobardes.