Más de mil hectáreas de matorral mediterráneo quemadas en el Parque Natural de Ontinyent Serra l'Ombria-Pou Clar.Ya preparan los agujeros; con los pies bien calzados y azadas se aprestan los ecologistas a cavar las tumbas donde reposará la montaña, convertida en cenizas antes de su putrefacción.
Llevan en brazos cuerpos amortajados en plásticos anunciándonos que son plantas cultivadas que darán la nueva vida al monte calcinado y nos aseguran que la naturaleza son ellos, los ecologistas.
Del Monte de Piedad usurpan fondos comunes en forma de obra social, del poder del ayuntamiento succionan presupuestos para sus dudosos fines, de las personas socavan su natural benevolencia. Si desastrosos son los incendios no menos lo son las intervenciones que intentan suplantar la acción natural con criterios racionales sin fundamento demostrado.
El bosque mediterráneo lleva su natural proceso de regeneración hasta ahora no suplantado eficazmente por el hombre. El bosque mediterráneo no es un parque, su comportamiento depende de las condiciones climáticas del entorno que tampoco dependen del comportamiento de las personas. El bosque no se riega porque los costes son absolutamente inviables. Las condiciones microclimáticas de cualquier centímetro cuadrado dependen de los sucesivos mantos vegetales que crezcan naturalmente.
La mortaja del monte es toda una burocracia de impedimentos y prohibiciones. Sólo la naturaleza y el sentido común entre las personas puede ayudar a su regeneración.
Los asfálticos ecologistas deberían retirarse a sus cuarteles de invierno anteriores a la caída del Muro hace ya veinte años y dejar a la cooperación espontánea de todos los individuos la solución de este problema que nos afecta a todos y no sólo a ellos.
La Ley de Montes vigente en la Comunidad Valenciana desde 1993 es una mecha encendida. La declaración de Parque Natural de la Serra l'Ombria-Pou Clar sólo constata que la voluntad de unos políticos no puede suplantar la inercia de la naturaleza. El bosque mediterráneo no requiere intervenciones públicas. Las decisiones de políticos nos han traido desastres naturales. Es hora de que miren a quienes verdaderamente puedan responsabilizarse de su conservación.
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