los ontinyentins estamos sometidos a la toma de decisiones poco informadas y de profunda carga doctrinariaAnda revuelto el concejal de Hacienda tratando de cuadrar cuentas, mejor dicho, quebrar el déficit y lo hace eliminando gasto, al parecer supérfluo. En algunas ocasiones (equilibrio presupuestario, que viene mas deficit, de vuelta al tajo) me he referido a la necesidad de disminuir el gasto público para soportar la baja recaudación, también del ayuntamiento. Nunca quisieron enterarse de que la crisis afecta a todos los estamentos, pero principalmente a lo público. El anterior gobierno del PP pasó olímpicamente de ajustar las cuentas al déficit por ingresos. Ahora, el gobierno socialista intenta cuadrar partidas basándose en lo mal que lo hizo el PP, pero apartándose de la fatal realidad que asola nuestra ciudad: la falta de recaudación porque nos hemos empobrecido, porque hay muchas menos empresas, porque hay mucho más paro, porque aumentan los impagos, pero también porque no hay garantías de que lleguen transferencias desde Madrid y Valencia.
Este gobierno socialista sigue gastando. En lugar de suspender actividades lúdicas improductivas para las arcas del ayuntamiento, las promueve prometiendo que se garantiza su continuidad. Ejemplo, el concurso internacional de guitarra.
Si se disminuye el gasto es porque las actividades eliminadas no eran necesarias. Díganme entonces qué hace el ayuntamiento durante tantos años si no es aumentar las tasas e impuestos para proyectos innecesarios, supérfluos, no vigilar los gastos para ahorrar a los contribuyentes y experimentar subidones presupuestarios desde los 500.000 € de hace 25 años hasta los 25 millones de euros para 2012.
A poco que profundicemos en la gestión pública de nuestra ciudad descubrimos la absoluta inutilidad de la gestión de los políticos elegidos durante los años de la democracia. No resisten un análisis crítico, por eso no dan la cara.
Esto es lo que hay, no es lo que nos merecemos. Políticos apoyados por los incondicionales de cada partido, ocultos tras los muros del bastión de su arrogancia y protegidos por una prensa acrítica, los ontinyentins estamos sometidos a la toma de decisiones poco informadas y de profunda carga doctrinaria.
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